Cristina y Carolina, vidas paralelas
Ramón Zurita Sahagún miércoles 29, Jun 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Las dos más recientes presidentas del Partido Revolucionario Institucional guardan una gran similitud y no solamente por el hecho de presidir el partido por la vía del interinato.
Carolina Monroy del Mazo y Cristina Díaz Salazar, guardan muchas cosas en común, como el de saltar del anonimato nacional a la secretaría general del PRI y asumir la presidencia ante la contingencia de la salida del dirigente nacional.
Cristina enfrentó la emergencia de la salida del cuestionado Humberto Moreira Valdez, señalado por el endeudamiento de Coahuila y el supuesto beneficio obtenido en diversas irregularidades detectadas en su administración.
A Carolina le toca capotear la debacle priísta en los comicios del pasado cinco de junio que obligaron a Manlio Fabio Beltrones Rivera a dejar la dirigencia nacional del partido.
Las dos traían como principales cartas de recomendación su paso por una alcaldía representativa para el PRI: Cristina la de Guadalupe, Nuevo León y Carolina la de Metepec, Estado de México.
Guadalupe es el municipio más poblado de Nuevo León y ya lo perdió en alguna ocasión el PRI, Metepec es para el tricolor, un símil de Garza García y también sucumbió el PRI en algunas ocasiones.
Ninguna de las dos cuenta con una historia mediática o presencia que las favorezca, aunque tratan de labrar sus propias carreras políticas.
Las dos son legisladoras federales, Cristina senadora y Carolina diputada en la LXIII legislatura, sin que sobresalgan por sus participaciones en tribuna en los debates o por la presentación de iniciativas de ley.
Cristina se vio favorecida por su relación cercana con Diana Laura Riojas y de esa forma inició su ascendente carrera en la política estatal y hasta federal, al ser diputada en un par de ocasiones.
La mexiquense Carolina trajo consigo la ventaja de un apellido muy apreciado entre los priistas mexiquense, Del Mazo y destacó en lo estatal en el gobierno de su primo Enrique Peña Nieto, del que fue secretaria de Desarrollo Social, al final de su gestión.
Cristina estuvo casada con Tomás Montoya Pereyra y fueron al mismo tiempo diputados su hijo, Tomás Roberto Montoya Díaz y su ex esposo en los Congresos de Nuevo León (hijo) y Veracruz (padre), respectivamente, al tiempo que ella fungía como senadora.
El hijo de Carolina es Ernesto Nemer Monroy y es regidor en Metepec, municipio que su madre gobernó y donde fue vencido su padre, el actual Procurador Federal del Consumidor, Ernesto Nemer Álvarez.
La nuevoleonesa quiso ser candidata al gobierno de Nuevo León, pero no le alcanzó, la superó su compañera de escaño, Ivonne Álvarez, quien sufrió una contundente derrota ante Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco.
Sin embargo, su paso por la secretaría general y la efímera presidencia del partido le dieron para ser recompensada con una senaduría de partido y la dirigencia nacional del sector popular.
Carolina llegó como diputada electa a la secretaría general del CEN del PRI y espera negociar la posibilidad de ser designada candidata de su partido al gobierno del Estado de México, después del que se considera será breve interinato como presidenta del partido.
Los ascensos de Cristina y Carolina contrastan notablemente con las presidencias del partido que detentaron María de los Ángeles Moreno y Beatriz Elena Paredes Rangel y hasta la que tuvo Dulce María Sauri Riancho, a quien le tocó presidir al partido en el momento de la primera debacle priista, la pérdida de la Presidencia de la República.
Las carreras de María de los Ángeles, Dulce María y Beatriz Elena contrastan notablemente con las de Cristina y Carolina.
María de los Ángeles fue la primera presidenta del partido y antes de eso, había fungido como secretaria de Pesca y coordinadora de los diputados priistas en la Cámara de Diputados en la LV legislatura, además de senadora en la LVI legislatura, de la que después fue también coordinadora de su bancada. Claro que también fungió como secretaria general del partido.
Dulce María traía consigo en su bagaje haber sido gobernadora de Yucatán, aunque no arribó por la vía de los votos, sino como interina. También fue diputada federal en la LII legislatura y senadora en la LIV y LV y secretaria general del PRI, todo esto antes de ser presidenta del PRI, donde sufrió la derrota de su candidato presidencial, Francisco Labastida Ochoa.
Beatriz Elena Paredes Rangel, es otra presidenta del PRI que llegó en su equipaje con un gobierno estatal, aunque a diferencia de Dulce María lo consiguió por la vía del sufragio en Tlaxcala, además de haber sido diputada federal en las legislaturas LI, LIII, LVIII y senadora en la LVII y subsecretaria en la Reforma Agraria y en Gobernación, embajadora en Cuba y secretaria General del CEN del PRI y tener en su cuenta ser el único diputado (a) que respondió tres informes presidenciales.
Las tres ex presidentas del PRI lograron otros cargos públicos o de elección popular después de sus etapas al frente del partido.
María de los Ángeles fue nuevamente senadora y un par de veces diputada local; Dulce María volvió a ser senadora y Beatriz Elena es actualmente embajadora de México en Brasil.
Contrastan las carreras políticas de las tres mencionadas (María de los Ángeles, Dulce María y Beatriz Elena) con las de Cristina y Carolina, que dieron un salto monumental al ser designadas secretaria general del CEN del PRI y ocupar en forma interina la presidenta del partido.
Habrá que ver qué les depara el destino político y si sus respectivas carreras continúan en ascenso.